Todos sabemos lo que ocurrió en Chernobyl hace treinta y cinco años. Pero muchos de nosotros sólo hemos tenido acceso a lo que pasó a través de las noticias o a través de amigos o conocidos. Durante mucho tiempo el fotógrafo Mark Mervai planeó un viaje a Chernobyl y, especialmente, a Prypjat para ver y sentir la tristeza de este lugar, donde los relojes y el tiempo se pararon hace ya más de tres décadas.
Pertrechado con us cámara retrató todo aquello que quizás en momentos de tristeza las palabras no pueden describir. Mark Mervai sabía que sería emocionante pero al mismo tiempo melancólico y dignificante. No fue sencillo permanecer en Pripyat, el lugar que 50.000 personas atravesaron hasta el desastre y que ahora está inundado por el silencio y la soledad más absoluta.
Mervai asegura que si alguien le pregunta que si quiere regresar allí, él respondería que sí y no porque quiera tomar más fotografías o porque ya se ha convertido en un lugar un tanto turístico, sino para estar de nuevo en un espacio que te permite imaginar las voces de los niños a lo lejos jugando en el patio.
La línea entre la vida y la muerte es más pequeña de lo que pensamos, eso es lo que estas fotos pueden enseñarnos.
